domingo, 9 de enero de 2011

Caperucita Roja por Jin-Roh


Había una vez una pequeña niña, llamada "Caperucita Roja", por la caperuza roja que siempre utilizaba. Su madre le había hecho hacer ese traje para que ella usara y este estaba hecho únicamente de metal.
Entonces, su madre se fue para vivir sola en una pequeña casita en el bosque y le dijo a la niña: "Sólo cuando hayas desgastado completamente este traje podrás venir a visitarme". Así que la niña, asintiendo solemnemente, despidió a su madre y comenzó a trabajar utilizando su traje de metal.

Todos los días se frotaba contra las paredes de su casa, así el traje se desgastaría más rápido. Todos los días, día por día, sin falta se frotaba contra las paredes, hasta que su ropa se volvió más y más fina hasta desgastarse por completo. Eufórica, la jovencita hizo algo de pan con manteca y tartas de trigo para su madre, con la intención de obsequiarlas, y dejó su casa para ir a donde su madre en el bosque.

En el camino, justo cuando estaba por entrar en el bosque, la niña se encontró con un lobo, quien le pidió algo de su pan y sus tartas. Ella se negó, dado que sería un regalo para su madre. Astuto, el lobo le preguntó si iría por el camino de las agujas o de los alfileres. A lo que la muchacha respondió que usaría el camino de los alfileres. Entonces, el lobo corrió rápidamente por el camino de las agujas y llegó a la casa de la madre de Caperucita.
Tras golpear la puerta, la madre de la niña preguntó:

- ¿Quién es?

- Soy yo, tu hija. Vine a traerte pan y tartas.

En cuánto la madre de la niña abrió la puerta, el lobo la mató y se comió la mayor parte de ella.

Más tarde, la jovencita llegó finalmente a la casita de su madre. Golpeando la puerta, escuchó que su madre preguntaba, con voz extraña:

- ¿Quién está en la puerta?.

- Soy yo, tu hija. Vengo a traerte pan y tartas, porque ya he desgastado mi ropa de metal y es tiempo de visitarte.

- Ven hija mía, la puerta no está trabada.

Pero la puerta si estaba trabada y la muchacha debió escabullirse por el pequeño agujero al fondo de la puerta.

Una vez dentro, la niña se percató de que su madre estaba en cama. Después del largo camino a través del bosque la niña estaba hambrienta, y eso le dijo a su madre.

- Madre, estoy hambrienta, pues he viajado mucho para llegar a este lugar.

Y la respuesta fue:

- Hay carne en la alacena, que puedes consumir para saciar tu hambre.

Y mientras la jovencita estaba por comer la carne de la alacena, de repente un gato saltó al lugar y le dijo:

- No comas esta carne, pues es la carne de tu madre, quien ha sido asesinada por el lobo que ahora duerme en su cama.

Entonces la niña le dijo a su madre:

- ¡Madre, este gato dice que es tu carne la que estoy a punto de comer!

Y su madre le dijo:

- Seguramente ese gato miente, después de todo, ¿No estoy viva y bien, hablando contigo ahora? Así que lánzale una vara a ese gato y come la carne para saciar tu hambre.

La niña, obedientemente, le lanzó una vara al gato asustándolo, antes de comer la carne.

Cuando comió hasta llenarse, se sintió sedienta, y le dijo a su madre, a lo que esta respondió:

- Hay una botella de vino sobre la chimenea hija, bébela y sacia tu sed.

Y mientras la chica iba hacia la chimenea y tomaba la botella, un ave voló dentro de la chimenea y gorgojeó:

- Pequeña niña, no bebas este vino, pues es la sangre de tu madre que fue asesinada por el lobo que ahora descansa en su cama.

Y cuando la niña le dijo a su madre:

- Madre, ¡Hay un pájaro que dice que esta botella de vino rojo que estoy por beber es de tu sangre, y que fuiste matada por un lobo, quien ahora descansa en tu cama!.

Y así vino la respuesta:

- Hija, ¿Acaso no estoy viva y bien?. Entonces el pájaro está mintiendo. Así que arrójale tu capa, y podrás beber el vino en paz para desvanecer tu sed.

Entonces, la niña hizo lo que se le dijo, y bebió todo el vino, hasta que no quedó ni una sola gota.

Ahora que había comido y bebido hasta saciarse, ya no tenía hambre ni sed, pero la niña sintió sueño de repente. Así que su madre le dijo:

- Ven hija, y descansa a mi lado. Te volveré a tener junto a mi.

Y la muchacha fue hacia su madre y se desvistió. Dejando sus ropas de algodón y lana ordenadas a un lado, se metió entre las sábanas con su madre para descansar. Allí se encontraba su madre, y se la veía rara.

- ¿Por qué madre?, exclamó, ¡Que orejas tan grandes que tienes!.

- Son para oírte mejor, hija mía. Fue la respuesta.

- ¿Por qué madre?, continuó la niña, ¡Que ojos tan grandes tienes!.

- Son para verte mejor, hija mía. Fue la respuesta.

- Pero madre, ¡Qué garras tan grandes tienes!. Exclamó la niña.

- Son para abrazarte mejor. Fue la respuesta.

- Oh madre, ¡Que grandes y afilados dientes y que boca tan terrible que tienes!, gritó la niña entre sollozos.

- ¡Son para comerte mejor!. Dijo el Lobo.

Y entonces, el lobo saltó sobre la niña y la devoró, desgarrando su carne y huesos, comiéndosela viva, ignorando sus gritos.

Y así fue como el lobo se comió a la niñita, satisfaciendo su hambre.

♠Diseños♠