Mikel Lejarza Eguía, alias Lobo como agente del SECED y alias Gorka como militante de la banda terrorista ETA, fue un infiltrado de la policía española en ETA durante la década de 1970.
Nacido en el País Vasco y perteneciente a una familia vascohablante de tradición carlista, fue reclutado en su juventud a principios de los setenta por los servicios secretos españoles (Servicio Central de Documentación, SECED) con el fin de infiltrarlo en el núcleo dirigente de ETA. Esto ocurrió en una época de desbordante ebullición política en el País Vasco y Navarra, cuando amplios sectores de la sociedad vasca seguían viendo en ETA un movimiento de resistencia ante un régimen dictatorial.
Lejarza llegó a ser uno de los máximos responsables de la infraestructura de ETA, curiosamente gracias a los medios materiales y económicos que los aparatos del Estado le proporcionaban. "Lobo" se dedicó a facilitar a los activistas pisos repartidos por toda la geografía española, los cuales estaban permanentemente controlados por los servicios secretos. Así es como "Lobo" se ganó la confianza de ETA y se convirtió con el tiempo en parte fundamental de la estructura organizativa.
Proporcionó al régimen la información que hizo posible descabezar en 1975 la cúpula de ETA, cuando fueron arrestados los principales dirigentes en Madrid y Barcelona, entre los que se encontraban Ezkerra y Wilson, junto con más de 150 activistas. El infiltrado siempre se opuso a que la operación se realizara en ese momento pues, a su juicio, de haber esperado un poco más se podía haber desarticulado definitivamente a ETA, pues tras este golpe su identidad quedó al descubierto.
Una de las consecuencias de aquella operación fue que la fuga de varios miembros de ETA encarcelados en Segovia quedaba abortada (ver La fuga de Segovia, de Imanol Uribe). El mismo año, el 27 de septiembre de 1975 fueron fusilados, en aplicación de las condenas a muerte tras juicios militares, los militantes de ETA Juan Paredes Manot, álias Txiki y Ángel Otaegi, junto con los militantes del FRAP José Luis Sánchez Bravo, Ramón García Sanz y Humberto Baena. Estas ejecuciones, las últimas condenas a muerte firmadas por Franco, provocaron una campaña de protestas en numerosas capitales europeas.
Destapada la fuente de información, ETA puso precio a la cabeza de Mikel Lejarza y empapeló las calles con su fotografía bajo el lema "Se Busca". Desde entonces "Lobo" es objetivo prioritario de ETA. Mikel Lejarza, según se ha afirmado en los medios de comunicación, se cambió la cara en una operación de cirugía facial y vive bajo una identidad falsa. Ha concedido entrevistas a diferentes medios de comunicación.
Desde el año 1975 nada se sabe a ciencia cierta sobre Mikel Lejarza, a pesar de las entrevistas publicadas periódicamente desde hace algunos años, donde suele aparecer un hombre con el rostro oculto que los entrevistadores presentan como "Lobo".
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